Tercera cicatriz

Mi abuela paterna era roja, al igual que toda su familia. En la Guerra Civil española estuvo al lado de la Pasionaria. Cuando la guerra acabó ella se quedó en España, pero sus hermanas emigraron a Guinea, y de allí a Australia.
Después de muchos años y siendo yo muy pequeño, pasaba largos períodos allí, tanto que pasaba seis meses en España y seis en Australia. Y en uno de aquellos viajes les trajo a mis padres unos cuchillos de allí que cortaban más que los ginzú japoneses.
Por aquel entonces corría el año 1980. A mi me encantaba hacer maquetas de avión, yo tenía siete años y el cinco de febrero de ese mismo año nacía mi hermano.
Mi padre se iba al hospital a acompañar a mi madre en el parto, así que a mi me tenía entretenido montando una de aquellas maquetas. Yo tenía que separar una rueda de plástico, el tren de aterrizaje de un avión que mi siquiera recuerdo. Por supuesto, cogí ese cuchillo que cortaba tanto, y ocurrió lo que tenía que ocurrir.
El cuchillo se clavó en el tendón del dedo gordo de mi mano izquierda.
Apenas recuerdo lo que ocurrió a continuación. Creo que me vendó la mano una vecina que ya falleció. Todo quedó en la bonita cicatriz que ahora, aún a mis 35, puede observarse perfectamente.
La siguiente cicatriz en la misma mano.

10 comentarios:

dintel dijo...

Vaya, yo también tengo alguna que otra cicatriz histórica... para mí, claro.

Fini Calviño dijo...

Es bueno cuando empezamos hacernos mayores el recordar ciertas cicatrices que hacen que sean muy especiales...

Belén dijo...

Vaya hijo, eso del tendón me ha dolido hasta a mi...

Besicos

Tuxman Linuxos dijo...

dintel: Todas las cicatrices acaban siendo históricas, de una forma u otra.
fini: Ya..., en mi caso no todas son especiales. Más bien accidentales, jajaja.
belén: Pues las dos siguientes también acabó la cosa en el tendón. Las leerás pronto.

Natacha dijo...

jajajjaa. Hay que ver cómo somos, jjaja. Casi te quedas sin mano... pero claro, seguiste experimentando. Es la historia de mi vida, jaja.
Un beso, cielo
Natacha.

Rodrigo Martin Campo dijo...

las cicatrices cuentan muchisimas cosas... de alguna forma son parte de nosotros

Ivana Carina dijo...

Tuxman!! ^.^

Qué dolor! Pero eso te enseñó a no jugar con cuchillos, no? ^.^

Me encanta esta serie de cicatrices! ^.^

Saluditos!!!

Tuxman Linuxos dijo...

natacha: Pues aún quedan más, jajaja. Otro beso para ti.
el gaucho: Así es amigo.
ivana carina: Eso es verdad, hoy en día aún les tengo cierto respeto.

isobel dijo...

peor era yo que quería ver como era mi hermano por dentro, no entrare en detalles, besitos

Tuxman Linuxos dijo...

isobel: Sí, ciertamente eso es peor, jajaja.

 
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